A
Hasta Cuatro Caminos me tocó ir dos veces, el punto clave era el Hospital Cruz Roja. La primera vez llegué hasta allí acompañada por un muchacho dispuesto a pegarle a “un moro” porque me había mirado demasiado. La segunda vez llegué solita (y si algún “moro” me miró no me di cuenta) pero, iba en busca del muchacho que había pasado la noche internado para recuperarse de los efectos de la anestesia y, de regreso (maldito sea) las muletas no fueron razón suficiente para que deje de hacerle frente a otro “moro” que supuestamente me miró el culo sin el mínimo respeto por su presencia. Pues, me quedaba claro que hacer que el lisiadito no moviera mucho la pierna iba a ser una tarea bastante complicada.
Salvo por algunas discusiones acaloradas sobre política o, mejor dicho, sobre “los malos y los buenos” (categorización bipartita a la que no adhiero bajo ningún punto de vista, aunque medien pretendidos buenos argumentos), mi estadía en la maison de
La casa expedía música a cualquier hora del día y para todos los gustos. A capricho y voluntad de las buenas manos de Rubén, casi todas las tertulias fueron acompañadas, en algún momento, por la guitarra o el sitar. Claro que entre el flamenco y la música indú, también hubo espacio para que el joven Álvaro impusiera con su voz el ritmo rapero. Como si esto fuera poco, después de unos días, se sumó la música árabe para que dos amigas brasileñas, bailarinas de la danza del vientre, pudieran hacer sus demostraciones. El festival se desarrollaba puertas adentro…


Además, conmigo (y mi buena suerte) llegaron dos nuevos inquilinos, Francho y Ricardo, que le aportaron a la casa una nueva veta artística… eran actores y con un currículum bastante diverso que se hizo notar al momento de sugerir actividades recreativas. Tuvimos instantes gloriosos de representaciones libres, imitaciones y prácticas de globología.
Tardecitas de calimocho (mezcla de vino tinto y refresco) y múltiples entradas al you tube dosificaron los debates literarios y cinematográficos. La velocidad con la que leí Las pequeñas memorias de Saramago (libro que escogí de una biblioteca de lo más variada) y la cantidad de horas que pasé frente a mi ordenador sumida en la tarea de un nuevo proyecto escriturario (del que prefiero no hablar), me convirtieron en una buena partenaire para las charlas de Sarah Kane porque (aunque sospecho que su poesía trágica no terminará de convencerme) existe tal parecido entre la foto que vi de ella y mi aspecto actual que se me ocurre que leyéndola podría encontrarme frente a frente con mi versión pesimista.
...¿ustedes qué creen?
Todos los días había alguna razón para acostarse tarde, incluso existieron jornadas en que algunos seguimos de continuado hasta el desayuno. Fueron diez días en los que dormí realmente poco pero me doy cuenta ahora que estoy haciendo el repaso, porque en el mientras tanto no hubo espacio para este tipo de reflexiones…
Salvo por la degustación de un bocadillo de tortilla a la salida del metro de La Latina, un pincho moruno en la calle donde alguna vez vivió Goya y unas tapitas que acompañaron la borrachera de la que fueron responsables unos irlandeses que encontré por allí, todas mis ingestas sólidas fueron caseras. La cocina estuvo a cargo absolutamente de todas las manos que tocaron el territorio.


Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas, feitizos das mencinheiras.
Pobres canhotas furadas, fogar dos vermes e alimanhas.
Lume das Santas Companhas, mal de ollo, negros meigallos, cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregon da morte, foucinho do satiro e pe do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satan e Belcebu, lume dos cadavres ardentes, corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus, muxido da mar embravescida.
Barriga inutil da muller solteira, falar dos gatos que andan a xaneira, guedella porra da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do inferno, e fuxiran as bruxas acabalo das sas escobas, indose bañar na praia das areas gordas.
¡Oide, oide! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente, quedando asi purificadas.
E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada: si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiqui e agora, facede cos espritos dos amigos que estan fora, participen con nos desta queimada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario