Marlene (una linda niña que conocí en Tenerife) me dijo: si lo deseas ponte en contacto con José Álvarez, habla muy bien español y si tienes algún problema no dudes en llamarlo, él y los suyos son mi familia turca. Sin complicaciones mediante, ni problemas a la vista, de todas formas decidí enviarle un mail. No tardó en responder y convinimos el encuentro. 12:30 en el Gran Bazar, él tiene un local allí y a nosotras nos venía estupendo porque todavía no lo habíamos visitado y mi compañera de viaje moría por hacer compras.
Nuevamente nos tomamos el tren, pero esta vez bajamos en
Luego de las presentaciones formales y no tanto, entramos al Kapali Çarşi (entiéndase Gran Bazar). Allí conocimos a Hakan, el socio de José y a bastante más gente de la que no recuerdo el nombre.
Lo salado: saç kavurma, bezelye, ispanak
Lo dulce: sutlaç firinda, uncir tatlisi cevirli
Lo bebible: ayran (yogurt con agua)
Luego del banquete nos separamos pautando previamente un horario de encuentro. Adriana a gastar su platita… y yo a deambular por los corredores con cámara en mano. A primera vista el caos visual y la disposición laberíntica del lugar me hicieron pensar que no tardaría mucho en perderme, así y todo prefería ir al ritmo del despistado que al del regateador y entonces encaré el proyecto con entusiasmo y me perdí… La sorpresa es que enseguida me sentí como en casa, del enorme bullicio afloraban Maradona´s, Messi´s y Delgado’s (¿?). Y a mi paso encontré a muchos como José que, más allá del deseo de demostrar que esta tierra también es futbolera, hablaban bastante bien el español. Entre alfombras, lámparas, gorros y carteras comprendí que había alguna forma para zafar de la insistencia de los vendedores. Algunas fotos y muchas sonrisas me permitieron continuar un rato más entre cueros, algodón, platería y perfumes pero me sobraba tiempo y entonces decidí seguir mi caminata a la luz del sol para conocer un poco mejor la periferia.
De regreso, acompañé a Hakan a comprar carteras y de camino, me enseñó el pabellón de música de la universidad, una tetería tradicional y algunos pasajes por los que nunca hubiera andado de no haber estado con una persona local. Finalmente volvimos con una gran carga y no mucho antes del cierre. Me encontré con Adriana que ya se había recuperado del malestar que le había ocasionado la pérdida de su tarjeta de débito luego de un intento infructuoso de extracción de dinero. Todos prometieron que el lunes encontrarían una solución al problema, era sábado.
Después de presenciar el ritual de cierre del bazar, hacer unas cuantas cuadras con el complemento, más que interesante, de las notas al pie que aportaban nuestros guías, montamos al vehículo que nos conduciría al hotel para dejar nuestros bártulos y hacer un cambio de ropa.
Terminamos la jornada cenando en el Isak Paşa al compás de un tamboril que por momentos nos invitaba al baile (el ejecutor de la música parece que era un excelente trovador… una pena no haberle entendido nada de nada). Comimos nuevas exquisiteces y bebimos raki (agua ardiente de anís). Para evitar el exceso etílico te sirven dos copas del mismo tamaño, una con agua y la otra con una medida de raki que se completa con agua (al mezclar las dos bebidas, en principio igual de transparentes, el resultado final es un líquido blanco). La fórmula es que los dos vasos se vayan vaciando a la misma velocidad. Lo hicimos correctamente y yo particularmente varias veces, pero nadie tuvo que llevarme en andas y recuerdo absolutamente todo, incluido el veredicto de la borra del café… pero eso me lo guardo para mi!
19 de abril
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