lunes, 21 de abril de 2008

Domingueando...

Los domingos los bazares cierran, por lo tanto, José tenía el día libre y nos ofreció llevarnos de paseo para conocer un poco mejor la ciudad. Nos encontramos al mediodía en la estación de tren, nos subimos a su auto y empezó la ronda.

Primero tomamos té (çay) en una terraza a orillas del bósforo, a pasitos no más del palacio Dolmabahçe. Luego recorrimos Beşiktaş, algo así como los bosques de Palermo pero sin lago y con muchas flores. Desembocamos en Ortaköy donde hicimos nuestra primera escala técnica. Por fin decidió aparcar, digo por fin, porque aunque los paisajes que se fueron desplegando a través de nuestras ventanas eran realmente buenos, estar arriba de un automóvil turco, conducido por un turco es realmente un peligro. Ya lo habíamos notado siendo simples transeúntes (en dos oportunidades estuvimos a punto de ser arrolladas) pero la experiencia arriba del rodado era aún peor porque el riesgo era continuo. Casi, casi atropellamos a un carrito de bebé, juro que en el relato no hay nada de exageración, Adriana tuvo que poner sus manitas para salvar al crío de un fuerte impacto, algo que finalmente terminó ocurriendo minutos después contra otro vehículo entrando en un estacionamiento. ¿Qué más puedo agregar? Y si, que por suerte todo esto ocurrió yendo a 5 kilómetros por hora, sino no se si podrían estar leyendo estas líneas.

Nos tocaba ahora un poco de caminata, algo que a los turcos no les viene nada bien. Para incentivar a nuestro lazarillo paramos en una heladería, yo elegí mis gustos según los colores y así fue como, por primera vez en la vida, opté por el pistacho y el kiwi. Por supuesto que este era solo un tentempié, aunque ya eran las cuatro de la tarde, todavía quedaba por resolver el almuerzo. Después de todos los agasajos del día anterior, donde no nos dejaron sacar ni una moneda, le habíamos hecho prometer a nuestro anfitrión que este día corría por cuenta nuestra y si bien ya había logrado hacernos algo de trampa, ahora estábamos más alertas.

En un centrito comercial, muy próximo al muelle de donde salía el barco que nos llevaría a dar una vuelta por el Bósforo, encontramos una mesa libre. Allí sentados comimos papas rellenas, tomamos cerveza y jugamos al tavla. Después de un largo rato lúdico las damas embarcaron (José aprovecharía para ir a buscar a su hijo y volvería en unas horas).

Mientras tanto, agua, agua y más agüita, fotitos por aquí y fotitos por allá cubriendo los dos márgenes del río (el lado europeo a la ida, el asiático a la vuelta). De charla con una española infiltrada en un contingente de jóvenes turcos, cuando pasó el chico cobrando el pasaje se olvidó de mí. Adriana, desde la cabina del capitán (haciendo alarde de sus conocimientos náuticos), tampoco tuvo que desembolsar billete alguno. Al final, y sin darnos cuenta siquiera, nos habíamos ahorrado 14 liras.

Pisamos nuevamente tierra firme y enseguida nos reencontramos con José. Ya estaba anocheciendo y fuimos al barrio de Eyüp a contemplar la mejor vista del Cuerno de Oro desde un parador realmente bello (al que también van los recién casados para tomarse fotografías).

Como broche de oro para un estupendo día, José nos invitó a su casa y así conocimos a toda su familia y hasta un par de vecinas. Su madre nos ofreció comida casera y unos cuantos pasos de la danza del vientre. Con las limitaciones idiomáticas de por medio todos tuvimos que acentuar nuestra gestualidad, pero lo hicimos sin grandes esfuerzos. Toda nuestra corporalidad obró en nuestro beneficio y con total naturalidad… Linda gente!!

Si bien insistimos en que el viaje hasta el hotel era muy largo, que no había necesidad de que nos llevara hasta allá teniendo todavía la posibilidad de tomarnos el tren, se empecinó en no hacernos caso. Para ponerle punto final al asunto recurrió a una frase que yo ya conocía gracias a las enseñanzas de Koray (el turco con el que compartí peripecias en Tenerife). “Capachenené” (fonética pura), que quiere decir cállate o cierra la boca. Nos reímos y salimos para Yesilyurt…

Después resultó que terminamos haciendo una escala en Berkikoy. Unas copas para nosotras, juguito exprimido para el señor, música en vivo para todos y baile para mí.

Después de todo este movimiento dormí como un angelito…

20 de abril

1 comentario:

  1. Qué buen viaje este ultimo dia!!!
    Muy bueno el tema del helado, y ademas de que te acuerdes o tengas anotados los nombres en turco, como para que uno también lo intente....
    besos y abrazos a las viajantes
    Pablo F.

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