domingo, 22 de junio de 2008

Sobre lo bebestible…

Aquí, como en Turquía, el té es una de las infusiones predilectas!
…Esa bebida que yo decía odiar porque la asociaba con momentos de malestar corporal… Esa bebida que sólo me gustaba tomar cuando iba a visitar a mi abuela a Bahía Blanca haciendo el ritual de las cinco de la tarde con galletas marineras y miel… Esa bebida que sólo conseguía seducirme en alguna cabaña de madera, más cerca de los Andes que del Atlántico, siempre y cuando tuviera aroma y gusto a frutos del bosque… Esa bebida que sólo por cortesía tomé sonriente pero sin ningún placer, para no enemistarme con la gente de ojos rasgados del barrio de Belgrano en aquella temporada que trabajé con la comunidad china…
Pues, esa bebida, hace casi medio mes, que me acompaña a diario! Puede variar en sus aromas (aunque existe un leve predominio de la menta) y en sus formas de ser servido (en vaso grande o pequeño, con o sin tetera, con o sin semillas flotando en su superficie), pero siempre es un buen artilugio para sentarse a ver la gente pasar. Porque aquí, amigos, una taza de té puede durar horas sin que importe en lo más mínimo que vaya perdiendo su temperatura original, de la misma forma con el café…
El café, por lo general, se sirve tan corto como en Italia y encima con un poquito de borra, por lo que no es recomendable dar el sorbo final. Muchas veces agregan a la taza unas gotitas de l’ eau de chance (yo he preguntado y me han dicho que es agua con limón) pero esto no modifica en absoluto ni el gusto ni la cantidad del líquido. Lo misterioso es que teniendo tan poco para beber no lo hagan de raje como los tanos. No, no, no, aquí se toman todo el tiempo del mundo.
En Túnez existen tantos cafés como mezquitas. Por lo general son lugares pequeños, con instalaciones precarias, que ganan espacio en dirección a la calle amontonando mesitas destartaladas que siempre están repletas de hombres. Mañana, tarde y noche… la practica masculina de pasarse largo rato sin hacer nada (o “nada productivo”, porque algunos mientras tanto juegan a las cartas o fuman la shisha) no tiene horario predilecto. Es raro que las mujeres pisen estos reductos y si lo hacen deben confinarse al interior del local. Sin embargo ellas también beben su té con parsimonia, después de la siesta son muchas las que salen con sus sillas a la calle (nuestra vereda pero sin vereda… ya lo explicaré). Y allí se las ve, también por largo rato, con sus vasitos en la mano de pura conversa y chisme. Sin discusión, las infusiones son realmente un elemento de peso para la vida social tunecina.
Si bien el Islam prohíbe el consumo y la venta de bebidas alcohólicas, la importante afluencia turística al país (hoy día, un sector clave para la economía tunecina) condujo a la existencia de bastantes permisiones que no solo incumben a la extranjería. Las grandes tiendas (como Monoprix o Carrefour) tienen el negocito asegurado… Miles de musulmanes pasan por allí para comprar sus licorcitos, cervezas y vinos (que los hay tunecinos por cierto), excepto los días viernes que son días benditos y las góndolas de las sustancias que embriagan están perfectamente custodiadas para que sólo accedan personas con pasaporte habilitante.

1 comentario:

  1. viste? y eso que siempre que te pedía un Té me puteabas.....
    Ahora, veo que lo disfrutaste en ese contexto, logico....

    ResponderEliminar