viernes, 11 de julio de 2008

La costa azul más distinguida…

Nos levantamos temprano, queríamos llegar hasta Niza y pasar por Saint-Tropez. La primera desilusión de mi compañero fue el pésimo servicio de la conserjería del hotel que no podía hacer que un auto de alquiler nos estuviera esperando en la puerta después del desayuno. Qué barbaridad!

Rien a faire, viens avec moi. Y por si no entendía le indiqué con el dedo la puerta y apuré el paso. Lo hice caminar hasta la estación de metro y, lo que es peor, se lo hice tomar (tenía años sin practicar esto de movilizarse con transportes públicos). Ja ja ja.

Cuando llegamos a la Gare Saint Charles, no tardamos en encontrar el bunker donde estaban todas las compañías de alquiler de rodados que funcionan en Marseille. Me quedé afuera fumando, imaginaba que allí adentro todos hablarían inglés, y desde allí lo vi pasarse de mostrador en mostrador. Pensé: -Cagamos! No quedan autos disponibles.

Pero, en la última agencia quedaba uno y se apuró a firmar los papeles correspondientes y a pagar, no sin antes incorporar a la cuenta un GPS. ¿GPS? Yo no lo podía creer -¿Para que necesitamos nosotros un GPS, yo acá tengo un mapa bien completito? Pero era tonto ponerse a discutir desde tan temprano, sonreí, o mejor dicho me cagué de la risa y nos fuimos a por el petit-déjeuner.

Mientras el jugaba con el aparatito nuevo… decía estar cargando nuestro destino (guauuuu, lo que es la modernidad… lloran los brujos y las tarotistas), yo me encargaba de traer a la mesa las infusiones y las cositas ricas para la primera ingesta del día.

El momento más terrible de la jornada no tardaría en llegar, una vez arriba del vehículo nos dimos cuenta que Gastón Patricio Sánchez era mudito (entre nosotros… qué buena noticia!)

-Che, qué cagada que no funcione bien, pero no tenemos tiempo para ir a cambiarlo, así que… Sabía que me estaba burlando de él y como todavía podía mirar los gráficos en la pantalla, se quedó en el molde y salimos a encontrarnos con nuestro destino.

Después de un rato entendí por qué era importante que esa maquinita lo dijera todo, los hombres siempre confían más en la tecnología que en las mujeres. Si yo decía en la próxima a la derecha él, seguía derecho. Yo divertida… total estábamos paseando, pero la que se puso loca fue la maquinita (fe de erratas: su nombre… Graciela Pamela. Sánchez, lo dejamos, total hay muchos). Si hubiera podido hablar, habría dicho: “Nunca, en toda mi trayectoria, he corregido el rumbo tantas veces… Ojito, que estamos en Francia, eh? Y aunque nuestro presidente quiera cambiar las leyes para desfavorecer al trabajador, nosotros tenemos mucha escuela en esto de hacer valer nuestros derechos”.

Pasados estos altercados del principio, tuvimos un viaje muy placentero. Con muchos lindos paisajes, buena conversa y peajes extraordinarios llegamos a Niza.

Nuestra plataforma sería el puerto, Ricky tenía unas cuantas cosas que ver por allí, sin embargo adentro de las ciudades, (a esta altura) mi amiga Graciela Pamela hacía de las suyas para que el recorrido tocara unos cuantos puntos más de interés. Fue en el lugar que recordé más nítidamente el paseito que hice con Ari en nuestra más plena juventud. Parecía como si nada hubiera cambiado…

Una vez en el puerto, mientras el capitán averiguaba cuestiones técnicas que involucraban a los grandes cruceros, yo me entretenía con los barquitos más pequeños. Simplemente por coincidencia el restaurante que elegimos para nuestra primera parada gastronómica se llamaba Le Nautique. Después de un almuerzo frugal pero con entrada, primer plato y postre (bien francés) volvimos a la carretera.

Saint Tropez es realmente hermosa, pero de alguna forma su belleza es de maqueta. La sensación es que esconde algo de tristeza. Claro que para algunas horitas está muy bien, yo estuve bien feliz les cuento.

¿Que se yo? Pienso en esto de que el dinero no lo compra todo y los que lo intentan, en algún momento, terminan atrapados en el sofocón de la desconfianza y/o el aburrimiento. Parejas acartonadas y silenciosas he visto muchas, eso sí, las que tenían hijos, llevaban de la mano a niñitos bellísimos. Es increíble que de padres feos, salgan niños guapos, ¿será que hay una casa de chicos lindos de alquiler? De estas y otras cuestiones charlamos en un restaurante bien saintropeano.

Pues me quedo pensando, en las maquetas… en los acartonados… y en la cantidad de gente triste que hay por el mundo (aunque tengan muchísimo dinero).

10 de julio

No hay comentarios:

Publicar un comentario