Pablo había escuchado de una fiesta al aire libre, textual… Otra palabra clave fue Motjuïc… y hacia allí iría la peña más tarde.
El largo camino hasta el Raval lo hice a pie y con mi libro de intercambio bajo el brazo. Ya cerca de la residencia del amigo, compré un vinito tinto y me retorcí de la bronca por no haber esperado ciento cincuenta metros más. Es que habría quedado mucho más guapo el relato si hubiera podido contar que al tomar
Dejé Andamios en buenas manos, con escrito que incluye fecha, y no es dedicatoria, para que continúe su ciclo vital en otro montón de manos.
Fuimos en Metro hasta plaza Espanya donde se sumaría Lizi y cogeríamos el bus del ascenso.
Montjuïc y aire libre habían sido correctísimos pero fiesta... creo que el término era demasiado pretencioso, hubiera sido mejor usar cine y punto. Pero, a pesar de las expectativas y la imaginación decepcionadas, el evento alcanzó una calificación de excelencia.
Salvo por mi bocadillo de vegetales que había perdido los vegetales por algún lado, para todo lo demás reverencia. Encontramos un buen hueco en el césped, teníamos vasitos plásticos para el vino, el primer apagón abrió paso a Salvador (Historia de un milagro cotidiano) y para coronar
A Pablo y a mi nos gustaron corto y film; Lizi y Gerard hubieran preferido otro plan sin ninguna duda… pero era lo que había.

Convencer a los catalanes de que podíamos desistir del autobus para el descenso llevó su tiempo pero lo logramos. La verdad es que fue más largo de lo que los entusiastas desde el principio imaginamos pero de todas formas muy atractivo.
Para todos era una novedad… y, a pesar de las quejas, no hubo nadie que no terminara disfrutándolo.
Incluso un tramito fue musicalizado por los locales:
Baixant de la font del gat,
una noia, una noia,
baixant de la font del gat,
una noia i un soldat.
Pregunteu-li com se diu:
Marieta, Marieta,
pregunteu-li com se diu:
Marieta de l'ull viu.
30 de julio
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