Marrakech se metió por mis ojos, mis oídos y mi nariz sin ningún esfuerzo… para reconocerla al tacto y al gusto tuve que poner algo más de mí; pero finalmente, mis cinco sentidos se mostraron ampliamente complacidos por la experiencia.
Restablecí la rutina de las largas caminatas y, sin brújula ni mapa, hice camino al andar. Comenzando en la gran plaza, utilicé todas las entradas posibles al laberinto de la ciudad vieja. De esa manera me fui topando con mezquitas, fuentes, mulas y ejemplares humanos de lo más variados. Los comercios agrupados por rubros (característica que permite trazar las fronteras de una zona de mercadeo conocida como souk) son visualmente todo lo atractivo que se necesita para que, aunque no hubiera nada más a un kilómetro a la redonda, el primero de los sentidos se diera por satisfecho.
Aunque territorialmente la actividad comercial (con todos sus rumores típicos) tiene la batalla ganada, también tuve la suerte de transitar algunos tramos donde el ruido de las ventas y el regateo se acalla para darle espacio a las voces de los chicos jugando a la pelota. Es formidable escuchar con nitidez el despliegue de frases que origina el simple encuentro entre dos vecinos. La acción de saludar a alguien medianamente conocido, implica necesariamente tomarse unos cuantos minutos. Supuse que si yo utilizaba la misma fórmula, aunque de momento fuera en francés, me ganaría la simpatía de los locales y como enseguida descubrí que el ejercicio era efectivo al tercer día ya estaba experimentando con formas de salutación originarias.
-Salaam alaikoum (Que la paz sea contigo) que debe ser cambiado por un Alaikoum salaam si fue el otro el que lo dijo primero.
-Sbah el kheir, por la mañana y Msa el kheir para la tarde, haciendo en los dos casos que la kh suene como una j.
-Y como las reglas de la cortesía no se van a dormir (al menos sin antes saludar) por la noche hay que ensayar con un lila saïda.
-Kidaïr?, âch khbârek? ó lèbes? No hay necesidad de descartar ninguna de las opciones, lo importante es que el otro sepa que uno tiene un verdadero interés por saber cómo se encuentra.
-Y como todo concluye al fin, un simpático bslâma (chau) autoriza a seguir la marcha.
Un ir y venir constante entre el árabe y el francés (ambos defectuosos) me permitieron completar la perorata inicial en cada nuevo contacto y todos contentos… si de todas formas la hibridación de lenguas no es un artilugio exclusivo de los extranjeros. ¿Cuántas veces había respondido al escuchar La Gazelle sin tener la mínima idea de lo que significaba, de dónde venía, ni por qué sabía que se trataba de un apelativo amigable? A esta altura ya estoy en condiciones de revelar la incógnita: en árabe ghozel significa lindo y (coincidencia) su femenino ghazala corresponde también con el nombre del animal que nosotros conocemos como gacela y que en francés se escribe así como todos los marroquíes llaman a las señoritas que llegan desde lejos para hacer un paseito por estas tierras. Fiesta para nuestros oídos cuando empezamos a reconocer los acordes… desde en el momento que podemos tararear sabemos que no falta mucho para que llegue “una que sepamos todos”.
Olfativamente hablando la ciudad es igualmente penetrante. Para adentrarme en el territorio de los curtidores fue indispensable tener un ramito bastante generoso de menta fresca en la mano. Si logré escuchar toda la explicación sobre el proceso por el que pasan los cueros antes de ser utilizados para la confección de algún adminículo con posibilidades de ser comercializado, fue porque intermitentemente llevé el ramillete hacia mi cara procurando que estuviera lo más cerca posible de mi nariz. Pues no hubiera sido mala idea usar el mismo artilugio para visitar los mercados en los que hay puestos de venta de carne pero, la menta quedó sobre la mesa del establecimiento donde, abracadabra mediante (que hizo desaparecer el paso correspondiente con la hechura), “me ofrecieron la oportunidad” de ver y tocar (ya a bastantes metros de los males hedores) hermosos puf, carteras, monederos y babuchas de todos los colores (ese calzado particularmente puntiagudo que se parece mucho a las chinelas, pero que por aquí hombres y mujeres usan a toda hora del día). Por supuesto que no compré nada y encima me tomé el té que me dieron, dejar la menta era lo mínimo que podía hacer. Si es que además no perdía nada, iba a reencontrarme con ese aroma de inmediato.
No sería descabellado decir que en general la ciudad huele a una mezcla de menta, haschisch, miel, bosta de animal cuadrúpedo y comino, pero… mejor es que siga con los concentrados más amigables. Si por casualidad entra a un pasillo donde dos shishas están burbujeando al mismo tiempo, entonces, algunos metros antes de reconocer a las personas que disfrutan de su rato de parcimonia y por otros cuantos metros después, usted sentirá un rico olor a manzanas. Si sigue un poco más, no tardará en toparse con uno de esos puestos en donde sólo cabe de pie una persona que quedará rodeada por una gran plataforma oblicua que de frente le cae a la altura de la cintura y por detrás supera ampliamente su estatura. Tranquilo que a usted le tocará estar del lado de afuera, es el vendedor el que ocupará esa posición carcelaria para tener acceso a los quichicientos polvos que las señoras usan en la cocina. Yo particularmente siempre me contenté con sentir la composición de aromas desde una distancia prudencial… es que a la vista, la escenografía compuesta por al menos una treintena de perfectas pirámides coloridas parece bastante endeble. La verdad es que no creo que un estornudo alérgico repentino pueda hacer lo que no consigue la cuchara dosificadora, pero de todas formas, la posibilidad de hacer que todo se venga abajo mete miedo. Definitivamente detrás de toda pirámide hay algo de magia.
Tarde o temprano usted caerá nuevamente en la plaza Jamaa El Fna y entonces le sugiero que comience caminando por el corredor que delimitan los carromatos de venta de zumos exprimidos al instante. Si quiere no beba nada pero aspire con fuerza y llévese consigo el olor de las naranjas… después, a menos que se siente en un banco y le pida al camarero algún plato, sus papilas olfativas no reconocerán más que fritanga. Yo hice las dos cosas (me permito un insert que corresponde al área del gusto porque no quiero volver sobre esto más tarde), lo de beberme un juguito lo repetí unas cuantas veces, son realmente muy buenos y el calor lo amerita (aquí también me estoy bandeando, porque esto tiene íntima relación con el tacto… la piel en franca decadencia, pero sobre esto sí tendré que volver más adelante, pucha).
¿Dónde me quedé? Ah si, que, aprovechando la compañía de una simpática pareja de italianos, también cené en la plaza. Simplemente por hacer la experiencia claro, porque como imaginaba los resultados fueron mejores para la vista y el oído que para el gusto… nunca mejor que en casa de familia, pero siempre mejor que en Jamaa El Fna.
Otro hueco aromático que no puede dejar de visitar es el souk de las especias. Aunque no parezca le estoy ofreciendo un plan novedoso, primero porque tendrá que encontrar la plaza Rahba-Kedima, en donde hasta 1920 se comercializaba con esclavos (un datito histórico no viene nada mal), segundo porque existe allí un buen espacio para beber algo, observar con tranquilidad la panorámica y, si de casualidad llevó consigo su ordenador portable, conectarse a Internet (El hallazgo de una área WiFi no es nada despreciable). Pero fundamentalmente porque aún queda por zambullirse en el mundo de los productos de baño, de los ungüentos para recuperarse de las dolencias corporales y de las pociones que mejoran los estado de ánimo. No será necesario que haga preguntas, se lo contarán todo aunque usted no quiera saber y, sin gastar ni un solo dirham se terminará llevando más de lo que piensa. A mi me tocó caer en las garras de Abdul, al que no le alcanzaron mi frente y mis dos brazos para mostrar todas sus alquimias. Quizás por esa razón sigo llevando en mi pequeño bolsito de la higiene un trozo bastante grande de una sustancia amarilla que huele muy bien. Lamentablemente, el exceso de información hizo que me olvidara prácticamente de todo, motivo por el cual tendré que mostrar la pieza a un buen entendido si quiero utilizarla aprovechando al máximo sus beneficios.
Continuará…
Notas sobre algo de lo transcurrido entre el 12 y el 16 de Agosto
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