miércoles, 25 de junio de 2008

Sobre la higiene...

Si uno llega a estas tierras sin ningún ánimo de adoptar nuevas formas de aseo personal, considerando que la fórmula occidental es la única que contempla las normas de sanidad, probablemente se irá de aquí proclamando a los cuatro vientos que se trata de gente sucia. Sin embargo yo creo que se preocupan mucho más por la limpieza del cuerpo que nosotros…

El Corán tiene infinidad de preceptos respecto a estas cuestiones y pareciera ser que se pueden seguir con bastante más facilidad que los que intentan poner orden en otras áreas.

Uno de ellos es el de usar para el aseo personal sólo la mano izquierda ya que la otra se utiliza para llevarse cosas a la boca ¿lo recuerdan? Pues la verdad es que no es fácil constatar que todos sigan esta regla en el cuarto de baño, pero creo que comer encierra más dificultades que lavarse el culo, así que si pueden hacer lo primero con una sola mano de seguro que se las arreglan también muy bien para lo segundo.

La mano izquierda es considerada "impura" y por lo tanto tiene un uso social reservado, a nadie se le ocurre, por ejemplo, utilizarla para saludar. Yo seguí al pie de la letra las normas del saludo, pero lo que ellos no saben es que en mi caso no hay ninguna mano que se salve de las impurezas. Para una persona que ha gastado a lo largo de su vida metros y metros de papel higiénico, es imposible abrir el grifo, manipular la manguerita de al lado del water, echar toda el agüita necesaria en las partes y hacer todo lo que viene después para salir en calma del escusado, prescindiendo de la diestra. Así que para todos aquellos que después de un salam aleikum o un spahir me estrecharon la mano, mil disculpas.

Para el mundo árabe el agua, además de ser la bebida de la sabiduría, es origen de la vida y elemento de purificación. El musulmán se baña antes de sus plegarias y después del acto sexual, se lava los pies si estos estuvieron en contacto con la arena y la tierra y las manos cada vez que termina de ingerir un alimento. Quizás hay muchos que ya no practican los cinco rezos, pero creo que de ellos muy pocos perdieron la costumbre de tomar la misma cantidad de duchas diarias.

Más de una vez, estando en casa de lugareños tan solo de visita, en un gesto de inmensa cortesía, y después de haberme dado de comer en cantidades abundantes, me han ofrecido pasar al toilette para tomar una ducha. Pues ellos de seguro que no ven bien que nosotros nos bañemos sólo una vez al día, a lo sumo dos si corresponde con una jornada de altas temperaturas. Costumbres son costumbres.

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