... EL GUSTO ES MIO

Mis memorias se tomaron vacaciones... y después del descanso qué difícil es retomar...

jueves, 24 de julio de 2008

El último día de estar como en casa y en familia…

Pues eso ¿que más? Escuchar los rumores de la cotidianidad de los que quiero en vivo y en directo, con el aporte extraordinario de una pequeñita angelical que aprende a hacer cositas nuevas a cada rato y todos contentos. Salvo cuando llora (y juro que llora muy poco), pero los papás son primerizos y se les llena el corazón de agujeritos con cada lágrima (se irán acostumbrando, creo).

Por lo demás, un día tranquilísimo… lo necesitaba. Despertar sin apuros, ducharme sin prisa y dedicarle algo de tiempo a las artes depilatorias (suena feo, lo sé, pero mucho más feo es el resultado de las demoras en esta materia cuando uno anda de viaje). Hurgar en la web sobre los próximos destinos y disfrutar de una conexión óptima porque llega cariño también del más allá. (Vieja, con vos no tuve mucha suerte, pero esta vez la responsabilidad no era de esta parte. Te imagino puteando a las maquinitas que atienden los reclamos de los usuarios de Arnet. Paciencia… ya vendrán tiempos mejores.)

El paseo del día de la fecha fue breve, llegamos hasta la tienda de congelados, para tener nuestra cena Picard. Abrir cajitas, meter los contenidos dentro del horno (que tiene que estar encendido y con la temperatura adecuada) y esperar exactamente la cantidad de minutos que indica cada cartón. Muy fácil y sin ensuciar demasiado bocaditos para el aperitivo y primer plato.

Todo eso acompañado con un Château les Grauzils, cosecha 2005, que duró hasta los quesos. Para los que no saben los franceses comen el queso después del plato fuerte. A mi me daba lo mismo antes o después, pero la panzada, el día de la despedida, me la iba a dar de cualquier forma. Paso a enumerar los componentes de la degustación con el telón de fondo de tinto y pan: camembert Lanquetot, Caprice des diex, Crottin de chavignol y Brique. Ninguno más rico que el otro, todos bien diferentes y deliciosos.

El broche de oro de la noche: cuatro nuevas esperanzas de acrecentar con emoción mi colección de monedas. Uno de los mejores obsequios que se me pueden hacer. Un lindo gesto de Jérôme. Merci bien!

Mensajito personalizado:
Gracias a los tres por haberme recibido tan cálidamente en su hogar.

No se si viene a cuento,
pero algún punto de contacto hizo que recuerde esta vieja publicidad.
La volví a ver y una vez más me hizo reír…
por eso la comparto.

23 de julio

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