... EL GUSTO ES MIO

Mis memorias se tomaron vacaciones... y después del descanso qué difícil es retomar...

miércoles, 23 de abril de 2008

De paseo culturoso a noche de marcha...

Una vez más desayunamos en el Soray, necesitábamos conectarnos a Internet para reportarnos y comer alguna cosa rica para terminar de despabilarnos. Cuando finalizamos con las tareas, caminamos sólo una cuadra y, nos montamos al bus hasta Taksim (durante el día el viaje se hace muchísimo más largo e incómodo).

Andamos un buen rato y llegamos al Palacio Dolmabahce, pagamos la entrada y un permiso de 6 liras para sacar fotografías. Como mi calzado eran ojotas, en vez de enfundar mis pies con bolsas rosas (como hacía todo el mundo) opté por entrar en patas. Así comencé la ruta del Selamlik, dentro de un contingente con guía en inglés. Esto no tiene que ver con un brote de intelectualidad, simplemente que no hay otra forma de visitar el edificio reservado a los hombres que no sea en grupo y con un vigía (y si bien no tengo aptitudes para el inglés, sabrán que lo prefiero antes que el turco, aunque probablemente si me dieran un par de meses cambiaría de opinión).

En un momento mi grupo, que se desplazaba a gran velocidad, se topó con un contingente de franceses con guía privado. Y si es cierto que esta lengua me viene mejor que las dos anteriores, cuando disimuladamente me infiltré entre los franchutes no estaba pensando en la información que iba a recibir sino en que iba a tener más tiempo para contemplar y fotografiar los salones, el mobiliario, las arañas y todos los tesoros de los que se precia el palacio.

El primer grupo muy rápido, pero el segundo insoportablemente lento, en breve me había arrepentido del cambio. Por suerte no tardó en llegar el equipo turco y sin dudarlo, traicionando completamente a mi intelecto, me cambié de bando. No en vano se dice que la tercera es la vencida! Salí del palacio un rato más tarde que Adriana que se entretuvo sacando fotos a los guardias y a las boyas.

Subimos al metro que nos acercaría a una tetería tradicional. Una vez arribadas nos dispusimos en cómodos asientos, pedimos nuestro té y nuestro narguile de melón y fumamos… Después de un rato mi compañera logró marearse y yo, un poco más tarde, conseguí aburrirme de la ceremonia. Pero como ya habían pasado casi dos horas decidimos dar por terminado el plan.

Cuando salimos de allí ya había oscurecido y pensamos que no estaría mal hacer un nuevo paseito por Sultanahmed (los paisajes se modifican según la luz que los alumbra y nosotras todavía nos debíamos ese circuito por la noche).

Hicimos una escala en el Faros Hotel para tomarnos unas cervezas, allí con conexión a internet mediante nos entretuvimos un rato largo. Mientras Adriana se concentraba en las respuestas de sus mails yo, en un cocoliche importante estuve de gran charla con Erol. Después de un rato largo, al entender que las afecciones en el lenguaje no dificultaban la comprensión, decidí que no era una mala idea que fuéramos a tomar algunas copas para saber de que se trataban las noches de marcha en Estambul.

Como soy una chica responsable y al otro día teníamos que dejar el Polat, procuré que la fiesta no continuara hasta la madrugada. Así fue como a las tres y media de la mañana llegué al hotel montada en una moto, todavía sin tanto cansancio como para hacer mi valija.

22 de abril

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