... EL GUSTO ES MIO

Mis memorias se tomaron vacaciones... y después del descanso qué difícil es retomar...

jueves, 8 de mayo de 2008

Empezamos a bajar...

Unos días antes habíamos chequeado nuestra reserva de auto y en el hotel nos habían dicho que no había ningún inconveniente de que fuera allí mismo donde nos encontráramos con él. Habíamos quedado en que coincidiera con la hora en que debíamos hacer el check out. Pues, exactamente al mediodía estábamos cerrando la cuenta e inmediatamente después de pagar nos acercamos al mostrador del conserje.

No me pregunten por qué, pero algo me olía mal y no me confundía. Al parecer, la agradable señorita que nos había atendido con anterioridad lo único que había hecho era sacarnos de encima diciendo todo que si. Ahora estábamos frente a un agradable señorito, que tuvo que poner mucho empeño para solucionar el problema. Nosotras otro tanto claro, en principio retrasar nuestra salida casi dos horas y lo verdaderamente doloroso, pagar 25 euros más.

Al rato apareció un bonito morocho de ojos claros conduciendo un bonito Ford gris (Ford a secas, comprenderán enseguida a qué le presté más atención). Firmé diversos papeles, extendí mi tarjeta de crédito, tomé las llaves y lamentablemente el morocho de ojos verdes se terminaba para mí. Claro que no hay mal que por bien no venga…

Comenzábamos nuestro viaje hacia el sur, primero Napoli, luego la Costa Amalfitana y después no se sabía y eso era lo bueno.

La salida de Roma no fue tan complicada como la pensábamos y en aproximadamente dos horas estábamos entrando a la ciudad donde adoran al Diego.

Ni bien giramos en el monumento a Garibaldi el caos se apoderó de la circulación vehicular. Enseguida empezamos a ver la basura que anunciaban los periódicos y a escuchar conversaciones a toda voz. Hicimos una pequeña recorrida en auto, pero no era un buen plan, así que ni bien encontré un lugar en donde estacionar, me abalancé y empezó nuestra caminata.

Nos tocó un lindo lugar para disfrutar a pleno sol: algo así como la costanera, uso ese término para que se hagan alguna idea de la ubicación geográfica pero la verdad es que no se cómo lo llaman por aquí.

Después de rato de andar nos sentamos a tomar café y comer algunos bocaditos. No tardamos mucho en confirmar que en Nápoles los códigos, incluso el lenguaje eran bastante similares a los nuestros. Salimos de allí convencidas de que debíamos pasar una noche en Napoli y nos dispusimos a buscar donde dormir.

Pues preguntando, después de algún “todo completo” y otro que cobraba la estrella como si fueran cuatro, encontramos un B&B más que interesante. Su nombre era “Casa Mira Napoli” y era un currito familiar: mamá y hermanos manejaban la agenda de tal manera que todos pudieran seguir con su vida sin que los huéspedes de turno les ocasionaran perturbación alguna. El departamento estaba decorado realmente con muy buen gusto, un salón común y cuatro habitaciones privadas conformaban la morada, dos de ellas estaban ocupadas pero jamás nos cruzamos con nadie.

Lo único que nos quedaba por resolver era donde dormiría nuestro autito y por ende todo nuestro equipaje. Cruzando la calle había un estacionamiento, el que usaba la propietaria para guardar su macchina. Llegamos caminando solo para saber si había lugar y cuanto nos cobraban por toda la noche. Al rato fuimos a buscar el bólido que habíamos dejado bastante más lejos, el precio estaba arreglado y también un programa para conocer la ciudad guiadas por lugareños.

Escuchamos hasta cansarnos que Napoli es lo mejor de Italia, que tienen una mozzarella deseada por el mundo entero y que Maradona es un Dios e Basta! Sin querer incentivar actitud tan egocéntrica, tendré que decir que las pizzas que nos hicieron probar eran, lejos, las mejores (por lo menos de lo que habíamos comido hasta ahora).

El paseo nocturno estuvo bien variadito y creo que tocamos todos los “imperdibles” de la ciudad… lamentablemente en la noche siempre se hacen muchos menos registros fotográficos.

8 de mayo

No hay comentarios: