Estacionamos nuestro auto en la salida de Éfeso (probablemente era la entrada) y dejamos que una combi, previa escala en una tienda de objetos para turistas, nos llevara hasta la otra punta para evitarnos la vuelta a pie teniendo que ver lo mismo que a la ida.
Un verdadero museo al aire libre, patrimonio de la humanidad por sus incontables evidencias para la reconstrucción histórica, opacaron lo que fue el segundo punto de nuestro itinerario: Mary Virgen Hause, un especial lugar de culto para los cristianos. A mi modo de ver las cosas, no hay mucho a partir de lo cual se pueda sostener que allí vivió hasta su muerte
El valor de la entrada es exactamente el mismo para los dos sitios: en uno estarás mínimo dos horas y, aunque te importe un bledo la historia de los imperios al menos te broncearás; en el otro estarás escasos 20 minutos y no verás más que una casa-capilla bastante moderna por cierto (si rezas quizás se empareje la cosa, tu mirada puede perderse en alguna vela o estampita y el tiempo de estancia de seguro aumentará, pero en ese caso seguirás blanquito, blanquito).
Particularmente a mi lo que más me gustó del predio es aquel lugar donde millones de personas han dejado y seguirán dejando sus pedidos y promesas. Allí me quedé un rato estudiando materiales, caligrafías, objetos y, sobre todo, el accionar del paso del tiempo (en su versión cronológica y meteorológica).
Teníamos planeado visitar otros puntos de interés de la zona pero, cuando pudimos apreciar que todos los que quedaban hacían alusión a San Juan Bautista, escapamos hacia la montaña despavoridas sin saber que íbamos a encontrar un pueblito realmente interesante llamado Şirince.

Allí anduvimos un buen rato caminando por callejuelas que olían a otras épocas, robamos fotografías a los lugareños y conversamos con los más acostumbrados a relacionarse con los foráneos. Almorzamos en el lugar que consideramos menos pretencioso y que varios personajes habían recomendado.
La cocinera nos sirvió un poco de cada uno de los platos preparados para la jornada, la degustación mereció una excelente calificación. Por unanimidad el mejor puntaje era para un guisado de vegetales, con especial protagonismo de
A las cuatro de la tarde dejamos aquel paraje encantador porque a las nueve y media de la noche teníamos que devolver el coche en Izmir y todavía nos faltaba pisar las arenas que baña el Egeo.
Llegamos a Çesme en una hora y moneditas. Y por supuesto lo primero que hicimos fue bajar a
El reloj marcaba las 21:23 y estábamos dando vuelta a la rotonda que nos dejaría justo enfrente del hotel donde habíamos dormido cinco días atrás, nada menos que el lugar de la cita con los propietarios del vehículo. Una vez chequeado que todo estuviera en orden y hacer pis, nos llevaron a la terminal de autobuses, como habían prometido. Nos subimos al bus, que después se subió a un barco y que después de nueve horas de viaje por tierra y por agua nos dejaría devuelta en la ciudad donde Europa y Asia conviven: Constantinopla o Is… Estambul.
29 de abril
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