... EL GUSTO ES MIO

Mis memorias se tomaron vacaciones... y después del descanso qué difícil es retomar...

miércoles, 9 de julio de 2008

Todo confluye al fin...

Salí de Cerdanyola del Valles todo lo temprano que necesité para llegar a Sitges a las diez de la mañana. La hora que habíamos fijado mi amigo uruguayo y yo para encontrarnos en la estación de la misma localidad.


Pero, a pesar de todos los kilómetros que yo hice (no se olviden que vengo desde Palermo), sólo para verlo aunque sea por unas horas (no faltaba mucho para que emprendiera su retorno a la linda Buenos Aires), a esa criatura desconsiderada no le importó hacerme esperar aproximadamente veinte minutos. Evidentemente lo quiero demasiado porque cuando lo vi, olvidando por completo las demoras, lo abracé con entusiasmo.

Venía dormidito el pobre… y yo con tanto para contar, a joderse! Lamentablemente, para escuchar si tendría que esperar a que se despabile.

Hicimos una breve pasada por lo de su prima, donde estaba parando el muchacho, y mientras buscaba su bañador me robé un par de galletas, después derechito para la playa.

Hablar de lo que hablamos sería, en primer lugar, redundante porque, como lo sé un no leedor de espacios de escritura como éstos, le conté varias de las cosas que aquí fui recopilando desde que comencé mi viaje. En segundo lugar, sería deshonesto porque estaría traicionando su intimidad. Bueno, desde aquí lo hice tantas veces que ¿por qué tendría que tener reparos ahora? Si después de todo, no lo lee y además mi blog adhiere al derecho a réplica. Pues tienen dos opciones, pensar que posee beneficios por ser una persona especial para mi o que, simplemente, no dijo nada interesante. Ustedes sabrán.

Repitiendo una actividad bastante habitual en nuestra tierra, fuimos al super en busca de cositas ricas. Cositas ricas que además tenían que servir para que el anfitrión se convierta en chef y así sumar algunos puntos después de todos los que había perdido por el maltrato de la mañana.

Una ráfaga de argentinidad llegó hasta mí (y eso que para el mate habría que esperar hasta más tarde), llegó de la mano de un almuerzo caserito, con vino tinto y el humor de siempre.

¿Tienen dudas? Volvimos a la playa, estábamos en la carrera por convertirnos en dos camarones. Rafeta tenía que tomar el último sol para reafirmar un color que todos le envidiarían en Baires y yo tenía que estrenar el pareo que acababa de regalarme Mariana (la prima de Rafa).

Entraditas a la mar en dos oportunidades, ¿será que por la tarde la charla se puso más caliente? Y puede ser, porque dicen que el café acompaña muy bien las conversaciones interesantes y no faltó oportunidad para que fuera en busca del mío.

Suena mi telefonito… alguien estaba devolviendo un llamado y era consecuente con el mensaje de voz que había escuchado. –Pero es que Dios nos crea y el viento nos amontona!! -¿Dónde estás? –En Sitges, igual que vos. Y así fue como en el paseo que bordea el mar, caminando en direcciones totalmente opuestas (único caso permitido por nuestros cercanos corazones), nos encontramos el Pablete y yo. Fue breve pero no por eso dejó de ser intenso y, ni falta que hacía pero, prometimos volver a vernos.

Después de ese lindo ratito pisando cemento volvimos a nuestra arena y acompañados por una esterilla que la ciruja rescató de un tacho de basura. Porfiado, mi compañero repetía que si se encontraba allí era porque estaba rota, pero sabiendo que era una posibilidad preferí confiar en mi instinto. Buen instinto, la esterilla gozaba de perfecta salud.

Un nuevo chapuzón para seguir teniendo excusa de sol y cuando estuvimos bien sequitos andiamo’. A darnos una ducha. A tomar mates (AHORA SI!) a la casa de Pablo (el novio de Mariana y termino con las presentaciones) donde vivía a tiempo parcial con otros secuaces. A jugar con un emisor de corriente para que los vagos, que no quieren hacer ejercicios, puedan tener acceso de todas formas a una musculación. A comprar ricos shawarmas para la cena. A chatear con el amigo Mariano. A conocer las aventuras de Juan Carlos Torri por esta ciudad balnearia. Y, lo que considero más importante sólo por su efecto residual, a aprender a liar mis propios cigarros.

Y me voy a detener por un momento en este último punto, porque… qué lindos me salían! El alumno siempre supera al maestro, no es broma!

Salimos a vivir la noche a la hora que salen los jóvenes (buena la actitud), dimos la vuelta al perro hasta confluir en Prisma (el bar donde trabaja Mariana), entre conversaciones de barra entre nosotros y con otros (otra buena actitud) tuvimos nuestra fiesta de tragos hasta la hora del cierre. De ahí al Ruta 66 para la pachanga. Catarsis de bailongo, por lo menos para mi que tengo una (actitud sobresaliente).

Cerraba el día durmiendo a pata suelta y ronquidos generosos en un sofá mullidito y con una remera hasta ese momento propiedad de mi amigo (me la adueñé más por él que por mi, era una manera sencilla y no muy cara de restituirle los puntos que faltaban para quedar como al principio).

Fui la primera en despertar, no es novedad que duermo poco cuando hay cosas por hacer. En completo silencio salí a la calle y ese salir a la calle implica casi en el mismo acto entrar en un bar. Pues fue allí que me tomé un café larguísimo y practiqué las primeras palabras del día. Sin planearlo estaba charlando con el dueño del bar, el propietario de la vivienda donde reside Mariana y también con su jefe, no había dudas de que se trataba de una celebridad (por lo menos para mis allegados del momento).

Cuando volví, no había rumor, todos seguían dormidos y aproveché para escribirles a mis progenitores. Después las conversaciones típicas de la mañana se hicieron al mediodía. El mate acompañó los quehaceres domésticos de Mariana, las búsquedas sin sentido de ve videitos en úsquedas sin sentido de ve videitos en YouTube de Rafeta y la salida y entrada en escena de Pablo al que tuvimos que aplaudir por haber hecho aparecer un lindo pollito. Yo, un poco aquí, un poco allá y cebando mate, claro.

Comimos sanito y, aunque había planes de pileta rondando, preferimos divertirnos puertas adentro y lo hicimos muy barato…

Rafa hizo una prueba de vestuario y posó para las chicas con un modelito francés… Linda camisita winer (espero que ya a esta altura hayas encontrado una buena ocasión para el estreno). Que salga a la pista la loca que hay en vos!

El Pablo se esmeró en el arreglo de un decodificador de señales televisivas (¿?). Bueno, más un juego que otra cosa… Esto derivó en la medición de tensión del grupo (suponiendo que se pueda llegar a esto somando los resultados individuales). En contra de todos los pronósticos, mal que les pese a muchos, el aparatito marcó para mí los números más bajos. Y algo que era obvio, para Baeza que se estaba por comer una docena de horas o más arriba de un avión, los más altos. Los resultados intermedios también eran bastante elevados por cierto, y quizás se lo podamos atribuir a la demora por el chapuzón en el caso de Pablo, y a la pronta desaparición de un familiar querido y un cocinero maravilloso para la señorita Mariana. A mi no es que nada me pasara pero, con todo el histrionismo que me caracteriza, lo estaba largando todo para afuera sin darle tiempo a que deje marcas en mis nervios. Era de público conocimiento que el chapuzón me importaba un pito y que, en cambio, me afectaba bastante tener que despedirme del que estaba a punto de tomarse el bus que lo llevaría al aeropuerto.

Justito hasta esa parada de bus lo acompañé, y fueron no más de cinco minutos los que tuvimos para desearnos lo mejor, abrazarnos y decirnos un chau, hasta pronto!!

4 de julio (que es más importante por el reencuentro con mis amigos que por una independencia que aportó demasiado a otras dependencias) y un ratito del 5

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